Piezas éticamente producidas con técnicas artesanales tradicionales
Artesanos
En Sierra, tenemos la profunda convicción de que el arte de nuestros hábiles artesanos es el alma de nuestra marca. Al igual que nos dedicamos a los materiales nobles como la alpaca, la lana y la poliamida reciclada, estamos igualmente comprometidos con las personas con talento que dan vida a nuestros diseños.Nuestros artesanos son los guardianes de tradiciones consagradas, los tejedores de historias entretejidas en cada pieza que crean.
Con una dedicación inquebrantable, transforman las materias primas en exquisitas obras de arte, encarnando un legado de artesanía que se remonta a varias generaciones.Cada artesano con el que colaboramos es un testimonio de nuestra visión de preservar la esencia de los Andes y ofrecer al mismo tiempo una calidad excepcional. Sus manos trabajan incansablemente para garantizar que cada producto lleve la impronta de su habilidad, pasión y herencia.
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Conozca a algunos de los artesanos que están detrás de las creaciones de Sierra: guardianes de la tradición, administradores de la sostenibilidad y creadores de una belleza perdurable.
Julián Castillo
Julián y Ramón Castillo, originarios del pintoresco pueblo de Paccho Molino, en Huancavelica (Perú), son dos artesanos extraordinarios.
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Su viaje por el mundo del tejido fue inspirado por su padre, un hábil artesano que, a la tierna edad de dieciséis años, adquirió de un vecino el arte de elaborar productos tradicionales del campo como el puyu, el capapuyu, los paños de cocina y las telas ligeras. Sus conocimientos eran tan profundos que incluso construyó sus telares, asegurándose de que tanto Julián como Ramón tuvieran los medios para ganarse la vida con esta apreciada artesanía.
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"Estamos orgullosos de nuestro trabajo y de trabajar para nuestro pueblo".
Celestino Hilario
Celestino Hilario Morán nació en la Comunidad de Santa Bárbara, Provincia y Departamento de Huancavelica. Es uno de los últimos de siete hermanos. Su sueño siempre fue utilizar el tejido como medio para mejorar las condiciones de vida de su pueblo. Ha crecido con ellos y siente la gran responsabilidad de aportar puestos de trabajo sostenidos con la producción textil.
Poco después, adquirió un telar básico, se instaló en la bulliciosa avenida principal y empezó a tejer con ayuda. Desde capas a chales, sus creaciones tomaron forma, algunas personas incluso trajeron sus hilos, buscando su hábil toque.
En 1995, se trasladaron a la provincia de Acobamba, donde invirtió en maquinaria para tejer, incluida una máquina para hacer suéteres, una máquina para sobrehilar y un telar de punto avanzado, ampliando aún más su oficio.
